La primera es la tolerancia del budismo.
Esa extraña tolerancia no corresponde, como en el caso de otras religiones, a distintas épocas: el budismo siempre fue tolerante.
No ha recurrido nunca al hierro o al fuego, nunca ha pensado que el hierro o el fuego fueran persuasivos.
Cuando Asoka, emperador de la India, se hizo budista, no trató de imponer a nadie su nueva religión.
Un buen budista puede ser luterano, o metodista, o presbiteriano, o calvinista, o sintoísta, o taoísta, o católico, puede ser prosélito del Islam o de la religión judía, con toda libertad.
En cambio, no le está permitido a un cristiano, a un judío, a un musulmán, ser budista.
La leyenda del Buddha es iluminativa y su creencia no se impone.
Thursday, November 20, 2008
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